Una taza de Café...

Los pantalones me quedan grandes, se arrastran (desde que llegué aquí he bajado varios kilos). Los llevo doblados, pero al contacto con el agua se hacen más pesados y arrastran más, llevando la humedad hasta mis tobillos.
Antes de llegar a casa se me antoja una taza de café. Entro en el bar de siempre, me siento en la barra; se me acerca la chica rubia que esta del otro lado:
¿Qué tomas?
-Un café cortado, Si us plau (Por favor. Mi Catalán es bastante malo al hablarlo pero bueno poco a poco intento colarlo).
¿Quieres un donut o un croisant?
-No gracias, sólo el café-
Ufff. Mis pies se sienten heladitos, creo que cuando llegue a casa me daré un buen baño caliente y beberé un té de limón con dos aspirinas
Vaya día! ¿no?
-Si- respondo sin siquiera mirar a quien me habla.
¿Eres española?
Me sorprende la pregunta, pero, ¡si tengo el nopal y el tequila pegados en la frente! Volteo, un hombre de pie, pasa ya de los 60, viste pants azul y blanco, alpargatas azules, cubierto de oro en cuello, dedos y muñecas. Calvo en definitiva, pero con un peluquín color castaño que bien lo pudo fabricar Matel; gafas oscuras cuadradas y muy grandes.
-No- Respondo cortante.
Yo soy italiano ¿y tú?
-Mexicana-
¿Me permites que te invite algo?
-No, gracias-
¿Puedo sentarme contigo?
-Estoy ocupada- Saco un libro de mi mochila y lo abro en la marca de lectura, finjo excesivo interés. El hombre capta y se va.
Aquí esta tu café.
-Gracias-
Menudo tío ¿no? Estos turistas son todos iguales! Jajajaja- Dice la camarera.
Acerco la pequeña tacita y vacío todo un sobre de azúcar, mientras remuevo voy ubicando mi punto de lectura en el libro que apenas comencé a leer en el tren: Desgracia de J.M Coeztzee; doy un sorbito que me quema el labio superior y
Capítulo 1
Vaya día! ¿no?
-Así es- respondo.
Uy! Yo ya casi no leo, antes lo hacía pero ahora me cuesta trabajo. ¿Cuántos años tienes? ¿23?
-No, 29-
Eres muy jovencita, yo tengo una nieta de tu edad. La hija de mi hija mayor Yo tengo cuatro hijas, una vive en Madrid, la otra en Valencia y 2 más aquí en Barcelona. Soy viudo y vivo con una de ellas, con la que más se parece a mi difunta mujer. Yo era muy feliz hasta que murió mi esposa, justo al nacer mi hija pequeña, la que más se parece a ella Vivíamos en una casa grande y ella siempre la tenía muy ordenada. A pesar de la guerra, en mi casa nunca faltó nada y mi mujer siempre tenía la comida caliente y la ropa muy blanca. Eran buenos tiempos. Cuando ella murió me di a la tarea de criar a cuatro mujeres ¡cuatro! Y las casé bien casadas.
Seguimos hablando un rato, me invita una taza de café y la acepto. Me habla de su vida, de cómo no quiso nunca jamás a otra mujer y mira que tuve muchas que hubieran estado dispuestas a cuidar a mis cuatro hijas- Dice con una sonrisa coqueta. Charlamos de cómo, a pesar de querer por igual a sus cuatro hijas, sentía cierta debilidad por la más pequeña (la que se parecía a su madre)
Eh!!! Josep!!! Deja de molestar a la niña con tus historias viejo verde!!! Jajajajajaja Se escucha desde la puerta.
Pero si estamos charlando- dice el viejo- Te presento a mi amigo Vicenç.
Hola Guapa!
-Hola-
Bueno niña, me voy, aquí este hombre viene por mí para la partida diaria de póker. Te dejo para que sigas leyendo. Hasta luego.
-Hasta luego-
Capítulo 1 Para ser un hombre de su edad, cincuenta y dos años y divorciado, a su juicio ha resuelto bastante bien el problema del sexo
Vaya día! ¿no?
A que eres colombiana!
-No, soy mexicana-
Yo tengo muchos amigos mexicanos.
-Ya-
¿A qué te dedicas?
-A pasear-
Un hombre alto como campanario, rubio de ojos azules, andará por los 37 ó 39 años. De modales finos Es guapo- pensé pero habló!
Yo conozco toda Europa y casi toda Latinoamérica ¿sabes?
-Ya-
Si quieres puedo enseñarte más de Barcelona!
-Gracias, ya conozco bastante-
Te invito una cerveza- Coloca su mano junto a la mía.
Retiro mi mano -Gracias no, estoy bebiendo café-
Entonces te invito un café.
-No gracias, ya me tengo que ir-
Bueno al menos dame tu teléfono para llamarte.
-No tengo-
No me gusta la pedantería ni las poses de Don Juan, no es que tenga mucha experiencia con los hombres, pero la repetida y ensayada versión de gestos, movimientos y palabras, me sugieren que este tipo es un chulo. Y seguro, después de un café o una cerveza querrá que lo invite a mi habitación Pues estas de mala suerte amigo.
-Me das la cuenta, por favor- le digo a la camarera.
Son 95 céntimos.
Espera, yo te invito!
-No gracias- Saco de mi bolsillo unas monedas y las dejos sobre la barra.
Me levanto, guardo mis cosas; me despido de la chica que me mira con una sonrisa divertida yo sólo atino a levantar los hombros y mirarla con cara de no puede ser.
-Adiós-
Mis pies siguen mojados, a ver si no pesco un resfriado.. llueve ¡y este paraguas que no sirve!!! Ha pasado más de una hora y esta oscureciendo; llego a casa y rápidamente pongo toda mi ropa a secar, me ducho y visto con un pants gris viejo y unas zapatillas color camello.
Voy a la cocina, meto una taza al microondas con la bolsita de té. Trago dos aspirinas, me siento en el sofá del salón
Capítulo 1 Para ser un hombre de su edad, cincuenta y dos años y divorciado, a su juicio ha resuelto bastante bien el problema del sexo . ¿Me has echado de menos?- Pregunta ella . Te echo de menos a todas horas- responde él .
Los pies heladitos En fin, yo sólo quería una taza de café
Earween*
2 comentarios
Jordan Trunner -
jorge -